¡Ay Murillo, no hay tarde que no me enojes!

¡Ay Murillo, no hay tarde que no me enojes!

Murillo – economía

Muchos se preguntaron durante meses dónde está Murillo. Hasta que apareció.

Pero no mas abrió la boca, nos hemos dado cuenta que habría sido preferible que siguiera escondido. Porque este señor, Zar de las reformas, el cerebro detrás del reordenamiento tiene la facultad de sorprender.

Desgraciadamente la sorpresa no viene por el mejoramiento de la economía de los cubanos y del país. Eso ya sería una buena sorpresa pero no, el señor Murillo hace gala siempre de una prepotencia y autosuficiencia que no conoce límites.

Su respuesta a las críticas de Ulises Toirac​​ y Silva son inauditas. Los manda a hacer un examen de economía, como si la realidad no bastase para demostrar que su reordenamiento ha tenido como dijo uno de ellos el mismo efecto de tres pandemias. Como si fuera mentira que hoy casi cada cubano vive peor que hace un año. Decir eso a gente que está viviendo el día a día las penurias es irrespetuoso. Inaceptable en boca de un político.

No contento con esto, agrega que la realidad económica en Cuba es muy compleja, que tiene beligerancias (al menos no usó la palabra bloqueo) y que es muy difícil todo tú.

En este momento yo estoy a cargo del proyecto de hotel más complejo que haya hecho en toda mi carrera, y he hecho quince. Si yo le digo a mi jefe que algo salió mal porque es muy complejo, lo primero que dirá es: ¿pero usted es arquitecto, o no? A la segunda me despide.

Eso es lo que ha olvidado Murillo, que el economista es él, no quienes lo critican. Que a él le pagan para mostrar resultados. Si a los cubanos no les gusta el humor de Silva tienen la posibilidad de apagar el televisor o no pagar la entrada al teatro donde se presente Ulises. Pero el reordenamiento es una fiesta organizada por Murillo que no le ha hecho gracia a nadie en Cuba pero de la que no pueden salir.

Tampoco concuerdo con Murillo que la solución sea algo complejo. No señor, el problema es más fácil de lo que piensa. La solución comienza por apartarte del cargo. Porque podríamos discutir sobre tu ineptitud, pero lo que es inaceptable es tu falta de respeto hacia el electorado.

¿Electorado dije? ¡Oh!

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