Jaque al rey
Cuando el pueblo de Paris, después de años de hambruna finalmente arremetió contra La Bastilla lo hizo espoleado por la desesperanza y la incapacidad (y desinterés) mostrados por los reyes de resolver el problema.
La poesía, la parte bonita, la de «Liberté, egalité, fraternité» vino después; cuando ya tenían la cabeza del rey en la mano.
En Cuba como en Paris de 1789, hay hambre, hay desesperanza y el rey está atrapado en una situación de la que no sabe como salir. Cada vez son más seguidas y más evidentes las señales del colapso. San Isidro, el 11J, las madres llorando a sus hijos presos, las Amelias que no dan más, los estudiantes, los artistas. Cada día un nuevo «Jaque al rey».
Insultar y aupar a los cubanos de intramuros desde el extranjero para que hagan lo que creemos ellos deben hacer cuando nosotros creemos que lo deben hacer, no ayuda a nadie. Excepto al rey. Tengamos pues calma.
Quienes estamos fuera tenemos todo el tiempo del mundo para esperar. Son ellos, los que viven en Cuba, los encargados de saltar sobre La Bastilla. El momento llegará sin que nadie lo sepa, lo sabrán mirando el tablero.
Quienes estamos fuera de Cuba (y muchos dentro), nos vamos a enterar del asalto cuando la cabeza del Rey esté clavada en un palo a la entrada de Palacio.
Y se declare «Jaque mate».