Construcción de hoteles en Cuba
La construcción de hoteles para el turismo es una mala inversión en tiempos de Covid. Nadie puede asegurar cuando llegará a final esta pandemia, cuando aparecerá otra cepa, cuando cerrarán nuevamente las fronteras. Cuando los gobiernos no aconsejarán a los ciudadanos evitar viajes innecesarios.
Hablemos de Berlín que es el ejemplo que tengo a mano y es una de las ciudades más visitadas del mundo.
Antes del Covid, Berlín vendía 34 millones de pecnoctaciones al año, hoy recibe «solo» alrededor de 12 millones de visitantes Esos «pocos» turistas tienen a su disposición una red de más de 170 museos, 596 bares, cerca de 5000 restaurantes, decenas de galerías de arte, teatros y cines, varios centros de exposiciones, varias ferias de las más grandes del mundo en su especialidad (ITB es la feria de turismo más grande del mundo o la Grüne Woche en temas de ecología), uno de los festivales de cine más respetados del mundo: La Berlinale. Además 2400 parques, una treintena de lagos con decenas de marinas, una red de transporte que trabaja como un cronómetro las 24 horas y una red de ciclo vías de varios cientos de kilómetros.
Así y todo las inversiones en turismo han parado. La construcción de hoteles se ha detenido. Nadie quiere enterrar su dinero.
Entonces me encuentro esta otra noticia. En La Habana nace otro hotel. En una ciudad que no tiene nada que ofrecer ni al turista ni al nacional. Un país que no tiene dinero para sobrevivir el día a día hoy, entierra más millones inversiones turístias a largo plazo. La construcción de hoteles en Cuba no tiene explicación lógica. O sí. Mientras el gobierno y GAESA no den explicaciones que demuestren lo contrario, es fácil darse cuenta que la construcción de hoteles en Cuba es una gigantesca operación de lavado de dinero.