Olor a Cuba

– Hay olor a Cuba – dice mi hija – El perfume de guayabas, anones y chirimoyas desborda el apartamento y rueda escaleras abajo.

Me sorprende su saludo cuando abro la puerta. Era muy pequeña la última vez que visitó la isla. Yo les había, me había prometido viajar a allá cada año, donde está su otra mitad. La mitad de su familia, la mitad de sus muertos, la mitad de su historia, la mitad de si mismos.

Pero mi tiempo, la mayor parte de mi tiempo aquí, transcurrió ocupado en mantener la cabeza fuera del agua. Y ahora cuando al fin la tormenta amainó y pongo al fin las manos sobre el timón de mis días, tengo delante de mi dos jovencitos interesados en otras cosas y Cuba es una tierra decrépita que ha perdido todo aroma.

Decidimos que no vale la pena cruzar el Atlántico para ver sus restos. Que es mejor recordarla como un día fue. Al igual que se hace con un familiar en estado terminal, ellos y yo decidimos mantenerla viva en el recuerdo.

Ya regresaremos a aquella tierra cuando vuelva a oler a Cuba.