Lo que no debes hacer como turista en Berlin
Faltando 5 minutos para las ocho, la turista se bajó del metro en la estación de Alexanderplatz. Iba a su aire, captando con la mirada cada detalle de la tromba que desaparecía escaleras mecánicas arriba, saltando escalones de dos en dos.
Se paró ante un estanco de periódicos y se hizo un selfie delante de uno de los mil osos que identifican la ciudad. Iba a su aire, tenía todo el tiempo del mundo.
En las escaleras sacó un mapa de la capital alemana, se colocó justo en el centro y lo abrió a todo lo ancho que le dieron sus brazos. Concentrada buscó los highlights que había marcado la noche anterior.
Tenía todo el día para ello. No así la siguiente tromba que ya salía del siguiente tren y se preparaba a correr, escaleras arriba, saltando escalones de dos en dos.
Estaba la turista en su salsa, al llegar arriba, se detuvo junto al último escalón y con los brazos, aún más abiertos se llenó los pulmones del aire de Berlín.
A la hora pico, faltando dos minutos para las ocho, a la hora que los alemanes vuelan sobre los escalones de tres en tres.
Y así, se llevó el primer recuerdo de la capital alemana.