Regalo de Navidad

Se acerca el fin de año, época de reuniones en familia, vino y chocolate caliente y regalos. Este año el primer regalo de Navidad lo he recibido de la compañía eléctrica. Me desean buenas navidades, me (se) congratulan por mi fidelidad como cliente y acto seguido me anuncian un alza de los precios para el año venidero. Cierran deseándome un próspero y feliz 2023. En otras palabras, que me sea leve.

Disminuir el consumo eléctrico ha sido un tema constante para mí no solo en los proyectos de arquitectura que hago para otros sino también en mi vivienda. En los últimos diez o quince años mis lámparas han ido mutando desde los treinta Watts de consumo a solo cuatro las navidades pasadas. Pero a pesar de la disminución del consumo que hoy es solo una tercera parte, “la cuenta de la luz” ha seguido en aumento. Claro que no todo son lámparas, pero en los oscuros inviernos alemanes la iluminación es una parte importante.

Si antes, bajar el consumo eléctrico era una afición, ahora con este regalo de Navidad de la empresa eléctrica ya es un asunto de orgullo. He cambiado a nuevas lámparas que consumen solo 0,8 Watts y he instalado sensores de movimiento para dichas lámparas. Mi próximo proyecto es cambiar las lámparas del balcón, que ya utilizaban energía solar para cargarse, por otras cuyos paneles son más grandes y potentes capaces de cargar teléfonos móviles.

La producción de energía renovable es un tema que me ha fascinado de siempre. Si antes me era un tanto ajeno, ahora, espoleado por el alza de precios, he tenido que integrarlo a mi vida. Por suerte no soy el único interesado en ello, la tecnología en ese campo avanza a pasos agigantados, de manera que el sueño de ser independiente energéticamente está cada vez más cercano.