Pablo

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Ha muerto Pablo. Leyendo los extremos a los que somos capaces de llegar los cubanos ante su cadáver aún caliente recordé la siguiente anécdota:

Durante la guerra de las Malvinas, a pesar de la superioridad inglesa en número, experiencia y recursos, los pilotos argentinos escribieron páginas de valor increíble. Cuentan los mismos ingleses que al ver pasar los aviones argentinos rasantes sobre sus cabezas, los soldados ingleses antes de disparar y derribarlos aplaudían admirados ante el valor y pericia demostrado por sus contrincantes. Enfrentarse en el campo de batalla incluso a riesgo de morir no le impedía a la marina inglesa reconocer el valor de aquellos hombres.

Tengo entendido que esos pilotos son recordados en Argentina con muchísimo respeto, a pesar de haber pertenecido al ejército que sostenía una dictadura férrea sobre el país a nadie se le ha ocurrido desconocer el servicio que prestaron en esd momento. 

Los cubanos somos expertos en disparar en la dirección equivocada.

Pablo fue el que fue. La gente no está hecha de una pieza. Y va a ser recordado a pesar de los berrinches como el «Querido Pablo», el «Pablo querido» de los cubanos, el autor de muchas de las mejores canciones que se hayan escrito jamás en ese país. Canciones aplaudidas, por los de izquierda y los de derecha, los de arriba y los de abajo, los de adentro y quienes estamos fuera, por los que fuimos pioneros y los que niegan haberlo sido. 

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