El turismo en Cuba y sus despropósitos

El turismo en Cuba y sus despropósitos

Antes de hablar del turismo en Cuba, quiero compartir una anécdota del proyecto del Hotel Meliá Habana.

La idea inicial era hacer un hotel de “Cinco estrellas Gran lujo” (al menos eso fue lo que decía el programa). Esto es una categoría que las cadenas hoteleras españolas tienen para hoteles que sobrepasan en servicios y calidad un hotel “normal” de cinco estrellas. Por ese momento al menos nosotros no sabíamos qué cadena operaría el hotel. La primera versión del proyecto tenía un centro de convenciones y casinos tipo Las Vegas (con ruletas, Jackpot, etc). Este casino iba en el lado derecho de la entrada, vean la perspectiva hecha por mí en esa época.

A mitad de camino se «degradó» el hotel y se sustituyó el casino por las canchas de tenis que tiene hoy. Debajo de esas canchas están las bases de acero protegidas contra el salitre para soportar la estructura de los salones. Cuando se decida acometer la segunda etapa, que aún hoy no ha llegado.  Eso explica una rotonda en el parking y el pasillo de ocho metros de ancho frente a la recepción que no van a ningún lado. (Vean la segunda foto, ahora han puesto un timbiriche al final). Es por esa razón.

Cuando Enrique Martinón nos comunicó que el Hotel bajaba su categoría, yo que por entonces era un jovencito, no oculté mi enojo. Y él me dijo algo que no olvidaré:

«Ni La Habana, ni Cuba tienen nivel para un turismo de alto standard.»

Para mí eso fue un llamado a una carga al machete contra el gallego (de hecho canario). Pero entonces siguió:

“Alguien que pone en riesgo miles de dólares en un casino llega a este en un Ferrari, se mueve de día en helicóptero, hace compras en Galerías del tipo Vittorio Emanuel. Va con sus amigos jeques en yates de 200 metros a una marina donde hay mil servicios y miles de yates más,  participa en la subasta de obras de arte y se deja allí un par de millones. Desgraciadamente en Cuba nada de esto es posible. No hay Ferraris ni calles ni autopistas en buen estado técnico, no hay museos que hagan subastas, no hay servicios de helipuertos, ni muchas marinas. Por no haber no hay siquiera un miserable bar en toda La Habana con un billar. Cuba es un destino barato de sol y playa y esto es un negocio, no es patriotismo.»

Cuba hoy

He realizado una decena de proyectos de hoteles y cada vez entiendo más aquella conversación y menos la política de desarrollo de turismo en Cuba. Si algo he aprendido en este ya largo camino es que el turismo se realiza de la puerta del hotel hacia afuera. Que en esa cadena el hotel es el eslabón menos importante. La gente no toma un avión o conduce diez horas para ir a dormir. La gente va a tener tantas experiencias como sea posible.

Hace un par de meses la Oficina Nacional de Estadísticas publicaba que en los primeros meses de 2021 las inversiones en turismo alcanzaban el cuarenta y tantos por ciento del presupuesto  invertido mientras que la salud y la educación, ambas sumadas, no sobrepasan en 1%. Eso a pesar del Covid y la retracción del turismo en todo el mundo que se prevé dure varios años.

Hoy de forma aleatoria nacen nuevos hoteles que nada tienen que ver con el entorno ni la cultura de La Habana. Pero es desde el punto de vista económico donde más duele. Un hotel de esas dimensiones no baja de 30 millones de dólares. Con una ocupación de 80% tarda al menos cinco años en recuperar la inversión. Lo digo por experiencia de mis propios proyectos. El hotel de cincuenta plantas frente al coppelia debe doblar esa cifra pues mientras más alto (otro disparate), más caro. 

Porque a pesar de no tener dinero, en Cuba construimos como si fuéramos millonarios. Cubiertas pesadas, más mármol que en un mausoleo. Donde otros ponen dos palos y una lona para empezar a vender, nosotros hacemos una cosa enrevesada que cuesta un par de millones. Vean por ejemplo la foto de este bar en Coburg, Alemania.

Dicho en otras palabras, están enterrando el poco dinero que tienen (o endeudándose en el que no tienen), en un negocio que comenzará a dar ganancias en varios años, si la suerte los acompaña, si el Covid deja y si mantienen una ocupación muy alta que hasta ahora nunca se ha logrado.

Turismo en Cuba – Perspectivas

La Habana pide a gritos posibilidades de esparcimiento para sus habitantes y esa masa de turistas que no llega. Tiendas, carreteras y autopistas en buen estado. Museos y galerías de todo tipo en todo el territorio, internet de alta velocidad y Wifi gratuito en cada restaurante. Hospitales, servicios de ambulancias, servicios de renta de autos, escuelas de baile. Deportes náuticos (por dios que somos una isla), senderismo, turismo de arquitectura, ecuestre, rural, ecológico, parques de diversiones. Turismo de ferias agrícolas.

El arquitecto Universo García decía inteligentemente: Cuando usted repara un edificio en Centro Habana está matando dos pájaros de un tiro. Está aportando calidad de vida a la población y a ese turismo. Cuando usted repare toda centro habana habrá matado toda una bandada de un solo tiro”.

Lo viví hace una semana en el sur de Francia. Todos esos edificios super antiguos renovados son la atracción que llaman “Le plus beaux Villages de France” (los pueblos más hermosos de Francia) que compiten con su arquitectura cuidada en atraer más y más turistas. He visto más turistas en Eguisheim (1700 habitantes) y Colmar, (70 mil habitantes) en dos días que en La Habana en un año. Y eso lo logra solo su arquitectura cuidada.

Alguien dirá, claro pero en Cuba no hay rutas ni catas de vinos como en Francia. Y ese es tristemente el gran desconocimiento de nuestras propias potencialidades, el fatalismo geográfico. En 2004 supe que en Güira de Melena los guajiros de la zona compiten en crear especies de mango que obtienen haciendo cruces mediante injertos. Tuve la oportunidad de sentarme en un buffet de mangos en una finca toda destartalada y hacer una “degustación de mangos”.  Todos con sabores muy diferentes pero todos mangos de altísima calidad. Algo equivalente y tan válido como las catas de vino de Francia porque además es algo auténtico, ecológico y único. Y ahí están o estaban esos guajiros comiéndose un cable porque no encajan en los planes de turismo del gobierno central.

Me costó trabajo entender la conversación con Martinón, pero hoy cada vez veo más claro el despropósito del plan de desarrollo del turismo en Cuba. En todas las ciudades que he visitado el crecimiento del turismo se produce de forma natural. La gente participa y desarrolla opciones cada vez más variadas, no es el estado centralizado. Y entonces las opciones van desde el carrito de helados artesanales frente a una catedral hasta el servicio más sofisticado de limusinas y helicópteros. Cada persona y empresa busca su hueco y eso multiplica las posibilidades.

Ese es el error. El estado ha raptado el turismo en Cuba y no deja a nadie más participar de él. Y así, lejos de ayudar a su desarrollo y al de la nación, el estado cubano se ha convertido en su mayor freno.

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