La bomba que no explotó
He leído en varios sitios oficiales la afirmación de que en el concierto de Pablo Milanes «no había amenaza de bomba» . Como si en Cuba explotaran bombas cada día. Ni siquiera lo oí de decenas de cubanos que horas antes publicaban en Facebook con alegría que habían conseguido entradas. Tampoco lo he oído después. ¿A qué esa historia de una bomba que no explotó?
Si mal no recuerdo la última vez que una bomba explotó en Cuba la puso un extranjero. Fue en el hotel Capri hace unos 30 años, antes de esa hay que seguir excavando en la historia hasta inicios de los 60.
¿De dónde salió la idea de esa amenaza de bomba?
¿A qué están jugando esta gente? ¿Qué táctica maléfica es esta en un país de gente pacífica hasta el absurdo? Donde la gente se mete a salvar a otros sin distinción, sin pensar en el propio peligro. Lo vimos en el Saratoga.
Cuando varios medios oficiales reproducen tal barbaridad (copias una de otra) no es idea de un periodista desfasado sino una orientación. Dar tal información a la población corresponde al Ministerio del interior o a la Seguridad del Estado a través de una investigación seria. Todos tienen derecho a saber lo que hay y a condenar tales acciones. Pero dicho así, de soslayo, en una oración en medio de un texto, suena más a chisme y bola que otra cosa.
O mucho peor y es lo que temo, a una táctica baja para de crear un estado de opinión (la posibilidad de bombas) y luego tener una carta reservada para colgársela a alguien. Crear una culpa con la que enterrar en vida a alguna gente molesta que proteste o haga oposición.
¿Una bomba que no explotó?
En un país medianamente civilizado, si un periódico publica tal línea, terminan desde el director hasta el reportero ante un juez explicando el misterio de la bomba que no explotó.
Pero ya hemos visto que aquella isla no es cosa seria y sus periodistas no prevén las consecuencias de sus afirmaciones. Lo he visto yo en el repentino alza de la notoriedad de mi cuenta después de que los muchachones de Con Filo me nombraran en la televisión.
Señores periodistas, les recuerdo que sus palabras se leen dentro y fuera de Cuba. Lanzar la mínima sospecha de que en Cuba hay posibilidad de bombas, dinamita la percepción de Cuba como destino turístico seguro.
Tan mala publicidad, que no se le ocurre ni a los malos de la CIA, es lo último que necesita Cuba para hacer despegar el turismo tras la pandemia. Ustedes, con la bomba que no explotó pueden haber hecho ya mucho más daño que la gente que protesta obstinada por el calor, los mosquitos y la incompetencia de Diaz-Canel.