Aislamiento térmico

Aislamiento térmico

La idea de usar aislamiento térmico en edificaciones no es nueva. Aplicar una idea que han probado su eficacia en otras latitudes, se nos está haciendo difícil.

Los años trabajando en arquitectura en Alemania han sido como volver a estudiar la carrera desde el principio. Pero esta vez para concebir las edificaciones de otra manera. La tarea de un arquitecto no es apilar piedras y ponerle un techo hasta crear un edificio bonito (bonito es un término ambiguo) sino crear espacios confortables para su gente, eficientes en su uso y económicamente viables a largo plazo. Eso lleva tiempo. 

Pongo por ejemplo el uso de los materiales de aislamiento térmico. Hoy para mí es algo natural aislar los edificios térmicamente del entorno. Pero el primer día me pareció una aberración tratar de envolver el edificio por todas sus caras y aislarlo del medio circundante.

— ¡Esto es cosa de países ricos, nosotros los del Caribe no podemos darnos ese lujo!

Cuando se analiza la arquitectura-construcción como una actividad económica a largo plazo la idea cobra sentido. La arquitectura no es arte efímero. Un edificio tiene como mínimo cincuenta años de vida útil. El edificio del Bauhaus cumplirá cien años en 2026. Al final de mi calle hay una casa edificada en el siglo XIII.  ¿Cuántos millones de euros han ahorrado sus dueños en calefacción solo por el uso de aislamiento térmico en fachadas?

— ¡Esto es cosa de países fríos, nosotros los del Caribe tenemos sol todo el año!

Por supuesto que tenemos sol. Y tenemos tres o cuatro ventiladores o sistemas de aire acondicionado en cada casa trabajando toda la noche durante toda nuestra vida, en una película caribeña que nos hace cada vez más pobres. Y cuando llega «la cuenta de la lú» nos queremos morir. Eso si antes el apagón no convierte nuestras noches en un infierno. En cualquier caso habríamos dado cualquier cosa por haber invertido un par de pesos más en aislamiento térmico y dormir cada día con 23 grados sin importar si el mundo afuera se derrite de calor.

La idea subyacente es aprender a ver los edificios en toda su vida útil. Pensar que toda inversión inicial, por muy elevada que sea, regresa multiplicada no sólo en dinero sino en confort, en una vida de mayor calidad. 

Comprender que los arquitectos no construyen edificios, sino espacios donde la gente tiene que vivir y ganar dinero.

Y esa idea lo cambia todo. 


PS.:
Los primeros colonizadores europeos construyeron casas con fachadas de 60 cm que aislaban del intenso calor pero hoy nuestras edificaciones tienen paredes de 20 cm. Peor aún, hemos adoptado la costumbre de parecer “modernos” y usamos fachadas de cristal. Pero este post no tiene nada que ver con la aberración de cristal de cuarenta y tantos pisos que se construye en un lugar de cuyo nombre no debo acordarme. De ese, hablaré próximamente.

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