Envidia sana
La estación está llena de niños y jóvenes con equipaje. Otra «Klassenfahrt», la excursión anual que todas las escuelas hacen cada año. Quién sabe a donde.
Mi teléfono vibra, es un mensaje de mi hijo desde Tesalónica en Grecia: «¡Acabo de aterrizar! «. Han ido con la clase a pasar una semana. Van a hacer un solo día de playa, el resto es un programa relacionado con la asignatura de historia, visitas a templos y sitios de antiguas batallas.
El viernes regresó mi hija de Praga. Visitó el museo Kafka, una sinagoga y por supuesto el famoso reloj de la torre de ayuntamiento de la ciudad. Un viaje también relacionado con alguna asignatura.
En ninguno de los casos van a ser evaluados pues ya los exámenes terminaron. De hecho, ni siquiera es obligatoria la asistencia, pero apuesto que nadie se ha querido quedar en casa.
Alguien declaraba recientemente la envidia sana por su hijo. Volvería a esa edad incluso sin experiencia, comenzaría de nuevo sin pensarlo dos veces. Yo podría querer lo mismo con solo una condición. Yo daría cualquier cosa por volver a tener la edad de esos jóvenes y recomenzar de nuevo, siempre y cuando el comiendo fuera aquí y no en Cuba.
¿Repetir los viaje a las escuela al campo? No, gracias.