Salvar el planeta

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Decidido a salvar el planeta pedí una ensalada por aquello de que criar una vaca acelera el calentamiento global y de ahí al apocalipsis no hay más que un paso.

Fue en un local muy trendy en el que se puede escoger entre un gran número de ensaladas cool a base de aguacates traídos de Chile, Papayas de Malasia, Quinoa del Perú, Couscous del cercano Oriente y aceitunas españolas. También tienen jugos frescos, los smoothies que le dicen, confeccionados con plátanos de Costa Rica, Mangos de la India, Kiwis de Pakistán y además frutos secos de Egipto. Todo, por supuesto, usando solo leche de almendras italianas.

Sacando la cuenta, para organizar una simple ensalada y un jugo, han movilizado una docena de aviones. Lo anterior demuestra que llevar el pelo largo y no bañarse puede ser un requisito necesario pero no suficiente para salvar el planeta. Hace falta sobre todo cerebro.

Mañana regreso al steak y a la cerveza alemana de toda la vida, porque para colmo me quedé con hambre.

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