2022 está bien, 2023 estará mejor.

2022 está bien, 2023 estará mejor.

Ahora que se acerca otro final toca hacer resumen, anotarse tantos, convertir reveses en victorias y eso. 

A ver:

Decir que mi blog no lo lee ni Dios sería exagerar. Pero hay un desbalance visible entre los post dedicados a cerveza y Cuba por un lado y aquellos dedicados a temas medio culturosos de arquitectura o de la vida de Alemania. Si hago caso a las estadísticas, podría concluir que mis seguidores son un grupito de cubanos alcohólicos y eso está bien porque los borrachos como los niños siempre dicen la verdad. Tratándose de cubanos, aunque sean borrachos, tiene mucho mérito.

—  ¿Por qué no pruebas a hacer un podcast? — me dice una amiga
— ¿Has oído mi voz? Por eso escribo.
—  Pero la gente no lee.
—  Lo sé y eso está bien porque me da cierta ventaja en ciertos círculos que frecuento. Que me lea el que le dé la gana o esté muy aburrido. Mi blog no tiene publicidad, hago esto no sé ni por qué. Y eso está bien

Seguimos. 2022 fue mi segundo año dedicado a la arquitectura. Tantas normas y leyes a aprender me han quitado las ganas de dedicarme a esto. Toca seguir tirando con la cara mientras aparece un trabajo simple, muy simple, que pague los viajes que me quedan por hacer. 

Hablando de viajes, logré hacer un par de viajes este año y eso está bien. 

Para mi cumpleaños me regalé una visita a La Sagrada Familia y eso podría  haber sido el tope, lo máximo de 2022 de no haber conocido Lucerna. Imaginen un lugar por encima de la paz y de las guerras, donde las bombas no han abierto huecos en las calles y la historia de la arquitectura transcurre en línea recta desde las cruzadas a la guerra más reciente, donde la elegancia del vestir de su gente no permite distinguir al millonario del inmigrante del África subsahariana. Donde sin importar cuánto cuesta la gente vive el momento.

Fue amor a primera vista. La “femme fatale” que te hace mandar todo al carajo y pedir a sus pies que acepte tu compañía. Iba solo de pasada pero abrumado por tanta elegancia, la vista de los Alpes detrás del lago tiré del freno de mano. ¡Qué cojones, esta es la ciudad! —me dije.

Lo importante no es cuán desarrollado es el país donde vivas sino cómo te lo montes. Claro que hay países desarrollados, subdesarrollados y luego está Suiza, por encima de todo lo terrenal. Con mi pedigree de muerto de hambre habanero lo veo muy difícil, pero ya estamos haciendo la lista de los deseos pues que sea por dejar de pedir.

Así que lo de bajar 10 kilos y el sixpack puede esperar. A partir de enero me hago neutral, o suizo que no es lo mismo pero es mejor. Y así si Dios quiere, cuando 2023 termine estaré viviendo en Lucerna. Y eso señoras y señores, eso estaría muy bien

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