Nice job
— En las vacaciones voy a trabajar.
Mi hija tiene diecisiete años. A decir verdad no lo necesita pero planea irse el verano que viene a Praga con unas amigas en cuanto cumpla dieciocho.
Casi cada alemán que conozco, hasta el más encumbrado, ha sido camarero, repartidor de algo o paseador de perros en su juventud. Las cosas no caen del cielo y es normal que cada cuál pague su fiesta, los zapatos que le gustarono, las próximas vacaciones o la parte de la renta del apartamento que comparte con otros jóvenes.
Mi hija ha crecido y se aproxima el día que vuele del nido. Es normal, no es una sorpresa, pero aunque yo no diga nada, aunque no me oponga, dentro de mi repito una y otra vez «por favor quédate un poquito más».