El baterista

El baterista

El bus se detiene ante un totem publicitario de esos que la gente llena de posters a voluntad y nadie se ocupa de limpiar. Una capa de papel de unos 20 cms de grosor se descuelga por el peso y deja ver dentro de la herida, escrito en letras doradas, «Lynyrd Skynyrd Festhalle Frankfurt 2019». ¡Carajo, perdí la oportunidad!

De niño quise ser baterista, tocar en alguna banda de rock conocida, pero mi madre dijo que Cuba podía prescindir de un músico más. ¡Dedícate a algo serio! finalizó y así mi carrera de músico llegó a su final antes de empezar.

Como venganza, tamborilieé encima de la mesa de la casa hasta volver locos a mis viejos y luego sobre la maleta de la escuela al campo, en la mesa de cada restaurante y hasta el día de hoy no he parado de tamborilear sobre el teclado de computadora que he usado haciendo que no pocos colegas me odien.

Recién llegado a Alemania pasé ante una tienda de instrumentos musicales y descubrí que el paraíso existe. Pasé allí varias horas tocando cuanto instrumentos me cayó delante. Ok, pasándole la mano por encima para ser exactos, a cuanto instrumento allí había. Fui guitarrista, saxo y finalmente baterista en cada banda de rock que amé.

Por puro impulso salí de allí con un cajón profesional con el que meses más tarde logré hacer un un solo de antología en la canción «Sweet home Alamaba», acompañando una banda de aficionados que me dió la oportunidad de suplir la ausencia de su baterista en un concierto al que asistieron no más de veinte personas.

Desde entonces Lynyrd Skynyrd ha pasado a ser una de las bandas que ocupa mas tiempo en mi Spotify mientras espero que algún día se decidan a cruzar el Atlántico.

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