Hormigón armado
Hoy estuve en una calle cualquiera por la que no transitaba hace algo más de un año. Y eso en tiempos de Berlín es mucho tiempo. Se construye tanto y a tal velocidad que me he encontrado una hilera de edificaciones nuevas, supermercados y hasta un gigantesco edificio de aparcamiento en un tramo de solo 300 metros. Todo nuevo.
El edificio de aparcamientos no es nada especial, un almacén de autos en una ciudad donde encontrar un espacio vacío donde aparcar es tiempo perdido. No pretende ganar un premio ni cambiar la historia de la arquitectura. No habría reparado en él de no ser por esa pared de hormigón armado en planta baja. Frente a ella recordé la discusión que generó mi post «Al trozo modo» al señalar falta de calidad en la terminación de la obra de la torre del Hotel Huérfano de 23.
En aquella discusión alguien soltó que las marcas irregulares que yo señalaba como defectos del hormigonado o cucarachas (véase la primera foto la elipse vertical), eran la huella que deja el molde en el hormigón.
Por eso he tomado estas fotos hoy en esta calle cualquiera de Berlín, para que quienes no son especialistas en la materia vean la huella que deja un molde en el hormigón. Son esos círculos iguales, perfectos, espaciados a intervalos regulares tanto horizontal como verticalmente. Las líneas verticales y horizontales a relieve son juntas en el hormigonado. Nótese el color homogéneo y la superficie perfecta, sin oquedades ni cosas raras en una pared que llega al infinito y más allá. La perfección del acabado produce al tacto la misma sensación de pasar la mano sobre un cristal.
Esto es un edificio de aparcamientos cualquiera, de una calle cualquiera. No pretende ganar un premio ni cambiar la historia de la arquitectura. Pero el inversionista, el que pone el billete no espera menos. Por su parte el constructor sabe lo que se espera de él. Ni siquiera se han puesto de acuerdo. La calidad es esa, no menos. Si el constructor no lo hace así, quiebra.
Si mal no recuerdo el hormigón armado nació hace alrededor de 150 años. No es un material nuevo, no hay secretos a estas alturas y la tecnología es básicamente la misma que en sus inicios. Es el mismo material en China, Alemania o Cuba, la diferencia la pone el respeto por la profesión.