Ese gran país
Ayer me hablaron de la existencia de un “influencer” cubano de cuyo nombre no quiero acordarme.
En menos de tres minutos, pude ver el espécimen que nunca quise ser y que ni siquiera vi cuando habitaba en el barrio de Jesús María en La Habana. Algunos le llaman balseritud, a mi me recuerda al guajiro que llegaba a La Habana y se asombraba de la grandeza de El Capitolio. Solo que a diferencia de aquel de antaño, estos guájaros llevan con orgullo su ignorancia y le adiconan una chealdad al hablar y vestir que los hacen más tétricos.
¿Tantos años en Estados Unidos y este es el resultado?
Me habría gustado preguntarle dónde queda Missouri o si ha pasado una noche en el Napa Valley o que me mencionase dos personas de la historia de USA que su cara no esté en sus billetes.
Puedo imaginar su respuesta desafiante: ¿Y tú, puedes tú?
No, lo mío es conocer Alemania y su historia. Mi esfuerzo debe estar orientado a hacer mío el país que me acogió, del que ahora soy ciudadano y donde nacieron mis hijos.
No me entiendan mal, pero no entiendo a quien va repitiendo hasta el cansancio “este es un gran país” y lo reduce a la calle ocho y la cubanada de Miami, a quien cacarea incluso “este es el mejor país del mundo” y no tiene la menor intención de calzar con hechos esa afirmación.
No puedo aceptar que después de vivir años en USA alguien no hable inglés y no pueda entrar a un teatro por no entender ese idioma.
No entiendo el concepto cubano-americano como si americano no fuese suficiente como si América fuera una ofensa.
Cómo es posible que no hayan ido a conocer la nieve. Claro que no tiene que gustarle el frío, pero eso es parte del país que le abrió las puertas. Así mismo lo son el desierto, las montañas, las cataratas, los grandes ríos.
Qué espera para hacer la Ruta 66, recorrer el país de una punta a la otra visitando museos, parques nacionales, saber de su flora y fauna, entender su arquitectura e historia y tantas cosas que te abran la visión a la grandeza de tu nuevo país.
Qué esperas para abrirte al vino, a las catas, al whisky, a aceptar la cocina de ese país. No por ello hay que renunciar al congri y la carne de puerco. Pero oye, en USA hay muchísimo que ver en temas culinarios.
Y qué me dices de la música (del country, del blues, del jazz, de los negros, de los irlandeses, de los nativos americanos), de las religiones, de las iglesias, de las costumbres, de las fiestas típicas, del rodeo, de los carnavales de Nueva Orleans o las ferias ganaderas.
Si vas a permanecer en un gran país trata de aportar algo que lo haga más grande o al menos no lo demerites.
Si tu concepto de Gran país es «Cuba con carne de puerco», has perdido miserablemente el tiempo. La frase de «este es un gran país» suena a pesadez, a Guajiro 2.0 cuando no tienes ni idea de lo grande que es ese país que te acoge o te soporta.