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Neoliberalismo revolucionario en Cuba – reordenamiento monetario

En un par de semanas mi viejo habría cumplido 107 años. Increible ¿no? Ser “hijo de viejo” me permitió ver cómo aquel hombre que me llevó a la cuna iba perdiendo fuerzas y su mirada se iba trastocando en esa mirada dulce, de abuelo. De ahí mi respeto por los ancianos.

La imagen que me queda de mi padre es la del señor mayor que se sentaba a contarme la historia de Cuba vivida en primera persona: «De Menocal pa’cá este país ha sido gobernado siempre por cabrones; cada uno más cabrón que el anterior», decía.

Hoy leo noticias relacionadas con gente mayor y comparo. La comparación siempre es buena. Comparando puedo ver el respeto que se les profesa a los adultos mayores en diferentes partes del mundo:

  • Desde hace ya casi un año, el parlamento alemán no para de buscar soluciones para paliar la crisis en la que el Covid ha empujado al mundo. Ayer, precisamente ayer mientras discutían el orden en que se tendrá acceso a la vacunación un diputado bastante exaltado para estas latitudes, exclamó: «Debemos vacunar primero a las personas mayores de 80 años, pues ellos nos dejaron este país que hoy disfrutamos. Si estamos aquí es por ellos, con ellos tenemos una deuda. Y tenemos que honrar esa deuda.»
    Bastó esta razón. La decisión se tomó y así se va a hacer. La sociedad cuidará a sus adultos mayores. ¡Punto!
  • Desde el otro lado del océano, en Cuba; la implementación de medidas de corte más neoliberal que puedan imaginarse incluye la subida de precios a los comedores del Sistema de Atención a la familia. Dicho claro: un anciano, que antes pagaba 2 pesos por una comida, hoy debe pagar 26. O no come.

Revolucionariamente de 2 a 26 pesos.

Matemáticamente hablando se multiplica el precio por 13. Se aplica un aumento del 2300% a los más débiles.

Humanamente hablando se sacrifica a los más jodidos. 

Tecnocráticamente mente hablando: La prioridad es salvar la Revolución. A cualquier precio. Aplicando la selección natural, como le llamaba Darwin.

Así, revolucionariamente.

Es doloroso ver como el gobierno cubano tira a los adultos mayores por la borda, deshaciéndose de ellos como “lastre” para hacer reflotar un barco que hace aguas desde el mismo día que salió del puerto.

Quizás mañana rectifiquen bajo presión de las redes sociales y de la gente en la calle que cada vez ve las cosas más claras. Pero es vergonzoso que la población tenga que recordarles que es la Revolución la que se debe a sus padres; que la deuda es con nuestros viejos y no viceversa.

El simple hecho de intentar cobrarle 13 veces más a un anciano retirado un plato de comida -que ya le era difícil pagar- da la idea de qué están hechos estos que ahora se sientan al timón de esta maltrecha nave. Porque las tablas de Excel no muestran gente, sino números. A tal punto hemos llegado.

Mi padre no llegó a conocer a Diaz-Canel y comparsa, pero tenía razón. «Cada presidente de Cuba ha sido más cabrón que el anterior.»

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