Mercado medieval
Cuando me di cuenta que Alemania era más que la historia de la segunda guerra mundial y que más allá de la capital existe un país lleno de memorias, costumbres y fiestas ancestrales tomé mi cámara, las cuatro cosas que había podido juntar y marché en dirección sur…
Nah’, ese podía ser un comienzo elegante para una historia; pero la verdad es que me quedé sin trabajo en Berlín. Solo, resentido, con una mano atrás y otra adelante no me quedó más remedio que aceptar el primer trabajo que apareciera. Y apareció a 700 kilómetros al sur de Berlín. En esas circunstancias, comenzó la aventura más fascinante desde que salí de Cuba y puedo decir que fue cuando llegué a este país.
Cuando llegué a Baden Württemberg me dejó de parecer ridículo el lema de la capital: “Berlin ist Arm aber sexy” (Berlín es pobre pero sexy). Viniendo de Cuba, esa ciudad había logrado pasarme gato por liebre por casi diez años y habrían sido muchos más de no haberme visto obligado a salir rumbo sur; a donde además de mucho más dinero, hay más movida y la historia se desprende de las fronteras temporales de la guerra mundial para remontarse muchos, muchos siglos atrás. Donde muchas antiguas costumbres comparten días hoy con la modernidad de forma natural.
Sin mucho dinero en el bolsillo, pero con un abono de transporte que me permitía moverme por todo el país me convertí en un cazador de imágenes y momentos. Y lo que comenzó como un hobby pasó a ser puro instinto, necesidad compulsiva de visitar, caminar viejas calles, atravesar murallas y castillos que vieron otros tiempos.
Y un día cuando leí en un cartel callejero que el mercado medieval llegaba a Frankenstein, una ciudad vecina en el estado de Rheinland-Pfalz durante todo un fin de semana, tomé mi cámara y estas son algunas de las milipico de fotos que pude hacer.
Luego supe que estas personas han decidido vivir en el medioevo. No es una secta, no son Amish. Son personas que como los veganos, han decidido llevar un estilo de vida a su manera. Tienen su pueblo, venden artículos hechos con sus propias mano, realizan torneos de lanza y espada, tocan instrumentos de la época, tienen una moneda interna llamada Thaler, la única válida en su mercado medieval y viven felices.
Y esto es solo el inicio.
He encontrado en mi paso una comunidad que ha decidido vivir en el medioevo