Lo nuevo y lo viejo en arquitectura
En los años 80, cuando estudiaba arquitectura, La Habana Vieja acababa de estrenar su título de patrimonio de la humanidad. La polémica de qué hacer para preservarla estaba servida. Polémica en el plano teórico porque dinero nunca hubo, pero eso, en la facultad de Arquitectura era secundario.
Muchos abrazamos el post modernismo, otros azuzaban los bulldozers para demoler todo aquel barrio pestilente. No había términos medios. Los ánimos se caldeaban y a veces estuvimos a punto de llegar a cosas mayores.
Uno de esos talleres explosivos eran los del profesor Gottardi. Uno de los autores de las escuelas de arte. Un gran arquitecto y mucho mejor profesor.
Para Gottardi no había nada imposible en arquitectura. Pero, según entendí, se oponía al mimetismo, a la copia de la arquitectura vieja. Porque esta generación, debía dejar constancia de que había pasado por la arquitectura. Nadie puede decir si lo hace bien o mal. De eso se encargarán los arquitectos futuros.
Su ejemplo preferido era la plaza San Marcos en Venecia donde en palabras textuales de Gottardi, «cada arquitecto hizo lo que le salió de los huevos». Cada edificio tiene su propio estilo y forma. Sin embargo hoy es considerada una obra maestra de integración en la arquitectura.
Tuvo que pasar 30 años para que yo aceptase tal pensamiento. Ayer, por ejemplo, encontré en este laboratorio arquitectónico llamado Berlín, este ejemplo de recuperación de arquitectura histórica, cambio de función. Pero sobretodo una muestra de conversación de tú a tú entre lo nuevo y lo viejo